Estuvo a punto de quemarse, pero el Tottenham tiró otra vez de una de sus vidas extra y se aferró al milagro de la clasificación con una victoria por 1-0 ante el Inter en Wembley gracias a un gol de Christian Eriksen.
La primera parte fue un canto al fútbol. Pero un canto desafinado, monótono y aburrido. Un chirrido en la catedral que es Wembley. El aspecto pobre de las gradas, en las que apenas se sobrepasaba la media entrada, no ayudaba a ambientar el partido y los primeros 45 minutos fueron de equilibrio.
Los de Pochettino echaban de menos la creatividad de Eriksen y de Heung-min Son, ambos en el banquillo desde el inicio, y Handanovic apareció para atrapar un remate de Moura tras una gran dejada sin tocar el balón de Alli.
El técnico italiano reaccionó alargando su equipo en el segundo tiempo. También fue ayudado por un Tottenham que notó el aliento de la eliminación en la espalda.
Lo que no llegó en ataque fluido, lo tuvo la cabeza de Vertonghen. El belga volvió dos meses después a la competición y estuvo a centímetros de adelantar a los suyos cuando una falta de Eriksen, recién ingresado, fue desviada por el central. Pero el balón no entró.
Le sobró alguno. Con 10 minutos por jugar, Sissoko se internó en el área, sorprendido por la pasividad de la defensa italiana, y cedió el balón a Alli en el punto de penalti. El inglés dio una vuelta sobre sí mismo y, generoso, se lo pasó a Eriksen, que llegó desde atrás para firmar el 1-0 e impulsar al Tottenham.
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