Los alemanes del Bayern Múnich aplicaron un fútbol metódico en Londres para anular al Arsenal y llevarse del Emirates un 1-3 que deja casi cerrada a su favor la eliminatoria de octavos de final de la UEFA Champions League.
Con un gol en el minuto 7, el alemán Toni Kroos aplacó las expectativas de los Gunners, que confiaban en que su calidad individual sería suficiente ante el férreo sistema del Bayern, mientras que Thomas Müller desesperó definitivamente a los de Arsène Wenger en el 21.
Lukas Podolski, exdelantero del Bayern, amagó con la remontada al inicio del segundo tiempo, pero los alemanes desmontaron el espejismo a diez minutos para el final con un tanto del croata Mario Mandzukic.
En un campo que olía a la pólvora de las bengalas de los seguidores locales, quedó claro desde el primer minuto que el Bayern llegaba a Londres dispuesto a hacer valer su fútbol marcial, mientras que la tarea del Arsenal iba a ser tratar de colarse por los espacios que dejara libres la rígida formación de los de Jupp Heynckes.
El punto débil de la geometría alemana lo encontraron enseguida los locales por la banda derecha, donde el lateral austríaco David Alaba sufría al ver cómo el español Santi Cazorla y el inglés Theo Walcott le desbordaban casi a su antojo para buscar el centro.
El Arsenal se mostraba explosivo y desquiciaba a la defensa visitante con arranques de genio, pero los teutones funcionaban como una máquina de relojería y sólo dejaron correr siete minutos antes de enfriar a la hinchada del Emirates con su primer gol.
Müller se hizo con el balón tras una recuperación y recorrió sin oposición la banda derecha para trazar un centro que el defensa belga Thomas Vermaelen no pudo más que rozar con la punta de la bota y que Kroos acabó rematando a la red.
La presión del Bayern y la incapacidad de los ingleses para sobreponerse a un tanto temprano con el que no contaban hacía presagiar un segundo jarro de agua fría que heló al público de Londres en el minuto 21.
Ni el portero polaco Wojciech Szczesny ni el central francés Laurent Koscielny acertaron a despejar un balón de la línea de gol a al salida de un córner, y Müller aprovechó la ocasión para empujarlo al fondo de la portería.
En tan solo veinte minutos, los Gunners habían pasado de la inspiración a la desesperación, y el árbitro noruego Svein Oddvar tuvo que hacer uso de las tarjetas para mantener controlado el encuentro ante el juego duro que practicaban los ingleses por momentos y que los visitantes no dudaban en responder.
Cazorla lo intentaba por el centro y por la derecha, mientras Walcott se agotaba para deshacerse de sus marcajes, pero la defensa alemana era una fortificación demasiado sólida y el Arsenal ni siquiera era capaz de poner a prueba al portero Manuel Neuer.
Al final del primer tiempo, el Bayern se sentía tan cómodo sobre el césped de Londres que Mandzukic incluso se permitía alguna fantasía ante unos Gunners descentrados que necesitaban recuperar la perspectiva en las duchas.
Wenger, con 16 años de experiencia al frente del banquillo del Arsenal, convenció a los suyos en el descanso de que los de Heynckes no son invencibles y, apenas comenzar la segunda parte, los ingleses encontraron por fin una grieta en la defensa visitante, a la salida de un córner.
Los alemanes se confiaron y olvidaron marcar a su excompañero, Podolski, que devolvió los ánimos a los cerca de 60.000 seguidores ingleses que abarrotaban el Emirates y que hace ocho años que no ven levantar un título a su equipo.
El tanto inspiró a un Arsenal que comenzó a preocupar, ahora sí, a Neuer con varias llegadas, pero el Bayern supo rematar el partido en su peor momento.
A diez minutos para el final, con el público entregado a una posible remontada del Arsenal, el defensa francés Bacary Sagna y el arquero Szczesny no se entendieron para despejar un balón que tocó Mandzukic antes de entrar, por tercera vez, en la portería gunner.
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