Un Manchester City más pragmático de lo habitual, que estuvo durante muchos minutos a merced de Chelsea, consiguió sostenerse y someter al irreverente cuadro de Maurizio Sarri en los penales después de 120 minutos de 0-0.
El lanzamiento de Raheem Sterling que certificó el sexto título para el Manchester City en esta competición, acabó con un Chelsea que supo manejar el favoritismo del City y en el que Kepa Arrizabalaga protagonizó el momento del encuentro al negarse a salir del campo, cuando Maurizio Sarri quiso cambiarle para meter a Willy Caballero en la tanda de penales.
Sarri, consciente de su delicada situación, se redujo en el planteamiento. Renunció a su estilo, a la posesión y al "nueve" puro y le entregó los galones a Eden Hazard en detrimento de un Gonzalo Higuaín apocopado en el banquillo.
Guardiola había ganado el primer duelo, el mental, haciendo creer a Sarri que el City era superior y los Rojos saltaron al campo dejando el balón en las botas celestes y resignándose a defender y aguantar el chaparrón de ocasiones que no existió.
El City embotelló al Chelsea en su campo y apuñalaba los extremos sin la suficiente profundidad para hacer daño, perdiéndose en centros laterales -solo Agüero cazó uno para rematar por encima de la portería- y estrellándose una y otra vez en Antonio Rudiger y David Luiz, lugartenientes de la zaga Roja.
Los de Sarri, herido por un esquema ilógico en su fútbol, pero con el que ya venció al City en liga, se ampararon a un destello que tuviera Hazard o a un casi improbable error de la defensa rival, bien plantada con Aymeric Laporte y Nicolás Otamendi.
Cuando el Chelsea se lo creyó, mordió arriba, pero no pudo anotar.
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