Pep Guardiola rompió su silencio el pasado lunes en Zúrich, horas antes de que Leo Messi recibiera por cuarta vez el Balón de Oro. Era una rueda de prensa muy esperada porque el ex entrenador azulgrana llevaba seis meses en silencio. Todos querían saber cuál será su futuro. No dio muchas pistas. Dejó muy claro que sí entrenará la próxima temporada, pero no dijo dónde.
Y no lo hizo porque todavía no lo sabe. Tiene muchas propuestas sobre la mesa, pero la elección de su futuro no dependerá exclusivamente de él. La opción más segura en estos momentos es la del Chelsea. El club londinense ya lo intentó hace unos meses, pero la respuesta fue negativa. Pep se había propuesto un año sabático y no quería romperlo. Además, quiere empezar un proyecto desde el principio, no cogido a mitad de ejercicio.
Ante el rechazo, Abramovich fichó a Benítez pero no le aseguró la continuidad, porque sigue pensando que Guardiola es el entrenador para el futuro. Y Pep lo sabe. La opción Chelsea es segura, lo que sucede es que igual no es la que más le seduce.
El Manchester City, léase Ferrán Soriano y Txiki Begiristain, sigue soñando con un Guardiola que lidere el macroproyecto que ha iniciado este club. Un proyecto que no se limita exclusivamente a un primer equipo competitivo, que también, sino a la creación de un modelo reconocible dentro del mundo del fútbol.
A Guardiola le seduce la idea, y también la de estar con Begiristain y Soriano con los que tiene un gran entendimiento para trabajar. El problema está en el banquillo.
Roberto Mancini renovó la pasada campaña por el City. Y firmó un contrato de nada más y nada menos que de cinco años. Aquí Begiristain va a ir con mucho cuidado. Si por él fuera, contrataría de inmediato a Guardiola, pero no puede hacerlo por la presencia del italiano al que no puede cesar sin un buen motivo.
El City, con Mancini en el banquillo, se ha pegado dos batacazos de aúpa en Champions de manera consecutiva. Ni esta temporada ni la anterior fueron capaces de superar la fase de grupos. Un motivo de cese.
Sin embargo, su fracaso europeo se equilibra con sus resultados en la Premier. El City es el actual campeón y en estos momentos es segundo en la tabla, aunque lejos del United al que separan siete puntos.
Y, al final de cuentas, su trayectoria en esta competición es la que marcará su futuro. Es cierto que no es el único motivo, porque hay cosas que a Begiristain no le gustan de Mancini, principalmente que el equipo en estos dos años no haya adquirido un estilo propio de juego y varíe los sistemas de un partido a otro. Pero si Mancini gana la Premier, de allí no le mueve nadie. Esto no dejaría hueco a Guardiola y es algo que no va a tener solución en breve.
A fin de cuentas, éste es el problema que se encuentra en todos los clubes a los que podría ir. El Manchester United vive pendiente de que un día Ferguson decida dejar el banquillo. En Inglaterra muchos aseguran que será al final de esta temporada, pero nadie pone la mano en el fuego.
La opción Bayern
Lo mismo podría decirse del Bayern. Guardiola fue tajante cuando se le preguntó al respecto en la rueda de prensa del lunes. "Allí está Heynckes, sería una falta de respeto hablar de este tema ahora", dijo. Pero también sabe que Heynckes no sería un obstáculo porque cuando contactaron con él en verano, el Bayern le dijo que si entrenaba en Múnich el actual técnico no sería un problema.
Ahora hay que ver cómo se van desarrollando los acontecimientos y cómo se le van abriendo posibilidades. Guardiola no quiere retrasar mucho su decisión. Su idea es definir su futuro el próximo mes de febrero, pero entonces el panorama no será muy diferente al de ahora.
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