miércoles, 27 de julio de 2011

Kun chocó con la firmeza y la elegancia de Atlético y Madrid

Termina uno de los culebrones del verano. Kun Agüero ya es del Manchester City. A pesar de cumplir su deseo de salir del Atlético de Madrid, el destino no parece el deseado por él. El mercantilismo ha conducido al argentino, que se había cansado de repetir su intención de continuar en Madrid -donde él y su familia estaban encantados-, a un equipo y a una ciudad que en un primer momento no aparecían entre sus preferencias. Todo por el dinero y por una mala gestión por parte de su entorno.

El jugador sabía perfectamente en qué plantilla quería jugar. Pero se equivocó al plantear su salida. Tanto en el fondo como, sobre todo, en las formas. Kun, que hasta que anunció su marcha había mantenido un comportamiento intachable con el club se declaró en rebeldía y retó al Atlético -que se ha portado muy bien con él hasta el final- en un pulso absurdo que muy difícilmente podía ganar. Sobre todo por la firmeza que ha mostrado el equipo madrileño.

Miguel Ángel Gil se ha mostrado inflexible ante los cantos de sirena del entorno del futbolista y ha antepuesto siempre del equipo y el respeto escrupuloso a la afición. Siempre se ha remitido a la cláusula del futbolista (45 millones) a la hora de sentarse a negociar. No quería que Agüero, la base de su proyecto, saliese del equipo por una cantidad menor ni de ninguna manera camino del Bernabéu. Otra actitud hubiera significado ceder al mercantilismo exacerbado de los agentes y a la piratería.

Kun se ha encontrado además con otro problema a la hora de jugar donde él deseaba: el comportamiento del club blanco. Pese a ser un jugador que le hubiera venido de perlas a su equipo y de ser una de las preferencias de la afición, muy por encima de Neymar, Florentino y Mourinho han sido fieles a su palabra y no se han querido aprovechar de las circunstancias. El Real Madrid ha preferido mantener las buenas relaciones con los rojiblancos, actuar de forma coherente a sus principios y dar un ejemplo de firmeza y caballerosidad en estos tiempos en los que el dinero manda.

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