lunes, 1 de octubre de 2012

La fatalidad del Arsenal



Con las distancias que corresponden, el Arsenal inglés me recuerda al The Strongest de otras épocas en las que la mala suerte, los palos, los malos arbitrajes, la buena estrella del adversario de turno y otros imponderables hacían que el equipo atigrado terminara perdiendo. Hoy las cosas son absolutamente diferentes en este caso, porque si hay un equipo boliviano bendecido en el último tiempo es este bicampeón que con una mezcla de mística, empuje y coraje, y la vigilancia de esos seres intangibles, ángeles, santos o dioses, ha podido en los dos últimos años hacer gala de algunas que se consideran proezas más relacionadas con lo sobrenatural que con el juego mismo.

Todos los partidos de la Premier inglesa son una invitación al entretenimiento porque los 20 equipos en competencia saltan a la cancha a romperse el alma, a hacer gala de su envidiable preparación atlética y a una cultura de la deportividad en que bajar los brazos es prácticamente imposible aunque el marcador en contra informe sobre goleadas irreversibles. Es en ese sentido que considero al fútbol inglés de una nobleza humana in/comparable, porque desde los poderosos hasta los benjamines exhalan esos bríos de ilusión por el juego, sin lugar para la prepotencia, producto de la historia de una camiseta y su respectivo palmarés.

El Chelsea, que llega de conseguir su primer título en la Champions League, visitaba en el Emirates a los cañoneros de Arsene Wenger —segundo técnico en el ranking de continuidad con 15 años dirigiendo el mismo equipo, luego de Alex Fergusson, del Manchester— y sucedió que los rojiblancos manejaron la iniciativa de principio a fin, pero los palos, el arquero Cech, las pifiadas o los tumultos en el área chica les negaron la posibilidad de por lo menos conseguir el empate.

Y esto de la mala suerte me lo sugirió Diego Latorre, enorme 10 del Boca Juniors de hace 20 años, que en su rol de comentarista de partidos enseña con el irrebatible conocimiento que le ha dado el transitar por las canchas del fútbol argentino y el particular estilo que ha cultivado para comunicar sus percepciones y lecturas de cada encuentro del torneo inglés. Luego de que un balón se estrellara en un palo y minutos más tarde otro fuera mandado a las tribunas, se refirió a este difícilmente descifrable asunto de la buena o mala fortuna, y en este caso, la pertinencia de la reflexión tenía que ver, precisamente, con el hecho de que el Arsenal había hecho mejor las cosas que el Chelsea, pero los azules fueron más certeros con las oportunidades que gestaron para anotar, justamente con Matta y el Niño Torres, que retornaron a Londres con la motivación que significó para España obtener por segunda vez consecutiva la Eurocopa.

El equipo del ruso Abramovich, dirigido por un italiano, Roberto di Matteo, es un equipo que sabe esperar y apenas se le dejan vacíos para la gestación en la mitad del campo es capaz de hacer estragos; el Arsenal, en cambio, es de aquellos empecinados en reafirmar identidad con la posesión, el control y la creatividad, virtudes que ayer pudo demostrar especialmente gracias al significativo aporte que hoy significa la presencia de otro español, Santi Cazorla, que mueve los hilos con prestancia, interpretando fielmente la identidad del equipo.

El Arsenal ya no está entre los primeros del campeonato inglés y de la Champions en los últimos años, y esto se deberá en gran medida al fin del ciclo liderado por uno de sus goleadores históricos, Thierry Henry, y al hecho de que a pesar de su olfato goleador, Robin Van Perssie, máximo artillero de la temporada 2011-2012, no fue suficiente para alcanzar a los Manchesters y a este Chelsea que le ganó hace 48 horas.

Mala suerte, mala puntería, confluencia de factores negativos… todo eso le viene sucediendo al Arsenal, que tiene equipo para ser protagonista, que privilegia la exquisitez y el riesgo por encima del cálculo, pero que hace por lo menos cinco años parece contenido, incapaz de romperles los arcos a sus históricos rivales, como si una fuerza oculta le impidiera reencontrarse con el éxito.

Un gran equipo que no puede ser campeón

La versión 2012-2013 del Arsenal, dirigido por Arsene Wenger, cuenta con las incorporaciones de los alemanes Per Mertesacker en la defensa y Lukas Podolsky (foto) como extremo izquierdo. Se destacan nítidamente en la zona de creación ofensiva los españoles Santi Cazorla, Miker Arteta y el marfileño Gervais Yao Kouassi Gervinho, pero además conserva en su plantilla a figuras como el central francés Laurent Koscielny y su compatriota Bacary Sagna. Es decir, calidad de valores no le falta.▶▶▶Ahora es cuestión de dar en el clavo para buscar la manera de espantar la mala suerte que le persigue desde hace tiempo y que una vez más fue muy evidente en el juego del sábado frente al Chelsea, equipo al que —en cambio— la diosa fortuna le viene sonriendo sin retaceos.▶▶▶La Liga inglesa —el torneo actual— comienza a crecer en interés porque otro factor llamativo es que el último campeón, el Manchester City —de los argentinos Carlos Tévez y Kun Agüero, ha empezado rengo, lejos de las actuaciones que lo llevaron a conseguir el título en la anterior temporada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario