viernes, 22 de marzo de 2013

Video San Marino 0 - 8 Inglaterra


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Inglaterra asestó el viernes al débil combinado de San Marino una goleada histórica en su encuentro del Grupo H de la fase de clasificación para el Mundial de Brasil 2014, 0-8, un marcador que los ingleses no firmaban desde hace casi tres décadas.

La última vez que la selección de los Tres Leones obtuvo un resultado tan contundente en partido oficial fuera de casa fue en 1984, cuando se impusieron también por 0-8 a Turquía, en la fase de clasificación para México 1986.

El duelo se presentaba sencillo para los ingleses ante el que la FIFA considera el peor combinado del mundo junto al de Bután y el de Turcos y Caicos -los tres comparten la última posición del ránking del organismo, con cero puntos-.

Así las cosas, Roy Hodgson decidió guardarse algunas balas en la cartuchera pensando en el más trascendente choque del próximo martes ante Montenegro, en el que Inglaterra tratará de reconquistar la primera posición de su liguilla.

El capitán Steven Gerrard disfrutó así de una jornada más de descanso y le pasó el brazalete a Frank Lampard, mientras que Michael Carrick, Ashely Cole, Daniel Sturridge y Danny Welbeck se quedaron también en el banquillo de inicio para reponer fuerzas.

Las rotaciones hicieron que una vez más Hodgson optara por una pareja de centrales inédita: Chris Smalling y Joleon Lescott, que encontraron pocas oportunidades de poner a prueba su coordinación ante la falta de ataques de San Marino.

Quien sí puso a prueba su capacidad de reacción fue la línea defensiva sanmarinense, que resistió durante diez minutos pero flaqueó por primera vez en el 11.

Al más puro estilo inglés, Lescott lanzó un largo pase desde su campo para que Leighton Baines, a la carrera, sobrepasara a una defensa que parecía no conocer el truco.

Baines se deslizó con el balón hasta el extremo izquierdo del campo para trazar desde allí un pase destinado a que Wayne Rooney empujara el cuero a gol, si bien eso no fue necesario, porque el defensa Alessandro Della Valle, tratando de cortar el centro, se adelantó al inglés y marcó en propia puerta el primer tanto del partido.

Hodgson volvió a levantar los brazos de alegría en la banda en el minuto 28, cuando Alex Oxlade-Chamberlain culminó una plástica jugada personal con el segundo gol de la noche.

El joven volante del Arsenal, de 19 años, dribló a un defensa en la esquina derecha del área antes de trazar una rápida pared con Rooney para acabar encarando al guardameta Aldo Simoncini que, una vez más, fue a buscar el balón a la red.

No sería la última: en el 35, el mismo Oxlade-Chamberlain remató un balón de cabeza que superó a dos defensas y al portero antes de quedar muerto en el área pequeña, donde Jermain Defoe se encargó de que atravesara la línea de gol.

Sin transición, llegó el turno para Ashley Young, que se encontró con el balón en los pies en las inmediaciones del área y decidió probar con un tiro lejano a Simoncini, que se estiró sin éxito para atrapar un balón que entró rozando el larguero.

Lanzados hacia ya hacia una goleada contundente, Lampard se encargó de conectar a gol con un derechazo raso un pase de Baines que dejaba el marcador en un 5-0 varios minutos antes de que acabara la primera parte, un resultado al descanso que los ingleses no firmaban desde 1999, contra Luxemburgo.

El segundo tiempo siguió la línea del primero, con Inglaterra practicando un rondo en las inmediaciones del área rival, tratando de encontrar un hueco entre la defensa de diez jugadores de San Marino.

Con una rosca imposible para Simoncini, Rooney hizo el sexto de falta poco después de volver de las duchas y justo antes de enfundarse la chaqueta oficial de Inglaterra y sentarse en el banquillo para ver desde allí el resto del duelo: su sustituto, Daniel Sturridge, anotó de cabeza el séptimo unos minutos después.

Fabio Bollini envió en el 61 por encima del larguero el primer y único tiro dirigido a portería de San Marino, un lance ampliamente celebrado por el público local del Estadio Olímpico de Serravalle, con capacidad para 7.000 espectadores.

El octavo lo hizo Defoe al rematar un pase de Kyle Walker desde el interior del área a diez minutos del minuto noventa, cuando el árbitro, sin añadir ni un segundo adicional, pitó el final de la celebración inglesa y el calvario local.

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