L os aficionados del Manchester City sueñan hace rato con ver a Neymar con la camiseta celeste. Asombrados por el rendimiento del brasileño y con la capacidad de adaptación al fútbol europeo, los gestores deportivos del equipo inglés hacen cuentas de cómo poder arrebatarle al Barcelona a una de sus estrellas. Neymar tiene contrato con el Barcelona hasta 2018 y una cláusula de libertad de 190 millones de euros. Una burrada. Aún así, el objetivo sigue estando ahí, encima de la mesa, hasta ver en qué momento deben mover ficha.
A principios de mes, los ejecutivos del City anunciaban que el City Football Group (CFG), vendió el 13% de su participación a inversores chinos por 400 millones de dólares (376 millones de euros). El CFG, compañía matriz del club de Manchester, cedió su participación al consorcio formado por China Media Capital (CMC) y la compañía de inversión CITIC Capital.
Ahora, con el paso de las semanas, se supo que el Manchester City pretende reformar el actual equipo, plagado de estrellas y se especula con un cambio de técnico; en lugar de Manuel Pellegrini podría llegar al banquillo Guardiola, uno de los valedores del fichaje de Neymar por el Barça.
El crack y el Barça negocian con tranquilidad, aunque saben que fuera hay tiburones con ganas de morder. Las gestiones entre el club y el brasileño van por buen camino, aunque sin el dinero del patrocinio de Qatar la cosa puede complicarse.
Está fijada desde 2013 su renovación para 2016.
Para 2016 estaban fijadas las elecciones que en enero tuvo que adelantar Josep María Bartomeu con el fin de apaciguar los ánimos, muy alterados por la mala marcha del equipo. Para esos comicios, que finalmente se celebraron el pasado mes de julio, Bartomeu tenía preparado un golpe electoralista que le hubiese ayudado a consolidar su proyecto: la renovación de Neymar. Cuando en 2013 fichó por el Barcelona, evitando, entre otros pretendientes, al Real Madrid, el club azulgrana y el entorno del jugador, con su padre a la cabeza, fijaron para 2016 la renovación del contrato, algo que ya les informó AS hace más de un año. Pese a que el padre insiste en pedir garantías de que no hay persecución para él y su hijo, las negociaciones con el Barça siguen abiertas, aunque sin poder sellar un pacto.
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