El rodillazo del capitán del Chelsea, John Terry, contra el chileno Alexis Sánchez en el empate el martes ante el Barcelona (2-2), que clasificó a los ingleses para la final de la Champions, refuerza de nuevo su reputación de 'chico malo' del fútbol.
“La estupidez de Terry le hace perder de nuevo una oportunidad” (The Guardian), “La noche de la vergüenza para John Terry” (The Times), “Terry alcanzado por sus demonios” (The Telegraph). La prensa inglesa no perdonaba al jugador a pesar de sus tímidas disculpas.
“Vi las imágenes y no me gusta lo que se ve. No soy el tipo de jugador que hiere intencionadamente a otro”, dijo el defensa de 31 años. La reputación del inglés está en caída libre esta temporada tras las acusaciones de racismo a las que tendrá que responder el próximo 9 de julio (justo después de la Eurocopa de Polonia y Ucrania) por haber insultado al jugador del Queens Park Rangers, Anton Ferdinand (hermano de Rio), en un partido de la Premier League.
Antes del juicio, y a pesar de negar rotundamente los hechos, Terry ya se ha quedado sin la capitanía de la selección inglesa. Por todo ello, las semifinales de la Champions contra el Barcelona eran una ocasión de limpiar su imagen. Y así fue en el primer duelo, en el que jugó con toda su energía a pesar de dos costillas rotas que le hicieron sufrir mucho a la ida en Stamford Bridge (1-0).
El martes, el veterano jugador, gracias a su experiencia de 85 partidos disputados en la Liga de Campeones, tenía que jugar su papel de capitán en el Camp Nou, pero, en vez de esto, abandonó el barco en plena tormenta, como él mismo admitió, algo que convierte todavía en más milagrosa la clasificación del Chelsea.
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